Pedrito
era un niño mal educado, muy grosero y no tenía amiguitos. Él estaba triste, su
mamá al verlo así, lo abrazó muy fuerte y le preguntó qué pasaba.
Ella
le dijo que tenía que respetar a todos por igual.
Después,
el saludaba, pedía permiso, daba las gracias, no se burlaba de los amiguitos y
ayudaba a todos en sus actividades, hacía caso al profesor en clases, ayudaba a
su abuelita en los oficios del hogar y era bueno con los anímales.
Al
ver el cambio de Pedrito todos se pusieron muy contentos de tenerlo como
amiguito.
Él
entendió lo importante del respeto y de dar más cada día y fue muy feliz
aplicándolo todos los días.
Autor: Nicolle Díaz 2do. B
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