Cuenta la historia que hace mucho tiempo en las
llanuras del Río Turbio, existía una aldea llamada La Flor de Oro, cuyo nombre
nació de una tradición que practicaban sus habitantes. Todo comenzó cuando los
agricultores plantaron una hermosa flor llamada Orquídea, junto a un enorme
árbol llamado Araguaney.
Al paso del tiempo, las raíces se fueron
juntando y esto dio como resultado una nueva especie de plata. La Orquídea tomó un tono
amarillento que parecía oro, así mismo el árbol se tornó de un tono violeta. Lo
curioso de todo esto, es que esa flor dorada tenía unas propiedades maravillosas
y beneficiosas para la salud.
Desde entonces los habitantes comenzaron a usar
la flor como una medicina para todos en la aldea, esto fue algo que no le agradaba
mucho a la princesa Yonashí, quien mandó a prohibir las practicas medicinales
relacionadas con esta flor; claro que los aldeanos no estaban de acuerdo con
esto, los cuales mantuvieron su tradición en secreto por largo tiempo.
Un día durante una ceremonia real, la princesa
Yonashí sufre una recaída, desde ese momento comenzó a sufrir de una extraña
enfermedad y rápidamente mandaron a buscar a Jovat un sabio chaman experto en
medicina para que le ayudara a sanar; Jovat aplicó todos sus conocimientos que
él sabía, incluso intentó procedimientos más rigurosos y no pudo hacer nada para
recuperar a la princesa.
Una mañana los aldeanos se reunieron para
visitar a la princesa y saber de su estado de salud, les llevaron regalos,
cantos y frutos cultivados por los agricultores. La princesa los recibió muy
amablemente, incluso comenzó a sentirse bien luego de probar un delicioso
manjar de color dorado, la princesa les preguntó, que contenía aquel dulce y
agradable sabor que la hizo levantarse mágicamente.
Los aldeanos respondieron con una agradable
sonrisa en su rostro:
- Princesa, nuestra mágica receta, no es otra
cosa que el dulce néctar de la flor dorada, esa misma flor que usted prohibió,
fue la que le devolvió a la vida.
La princesa con un gesto de gratitud les
responde: - Muchas gracias fieles amigos, de no ser por ustedes y su mágica
flor no habría salido de esta.
Desde ese día la flor fue nombrada como el
patrimonio natural de la población, los habitantes la incluyeron como parte de
su tradición; la princesa Yonashí en gratitud rebautizó aquella aldea con el
nombre de La Flor
de Oro.
Autor: Valeria Muñoz 5to. A
U. E. Instituto
"Madre María" / Año Escolar 2016-2017
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