Aaron era un chico muy travieso y soñador, a él
le encantaba crear historias divertidas para pasar sus ratos libres en las
vacaciones.
Una mañana después del desayuno sale a su patio
donde estaba colgada una alfombra, al ver esto dijo sorprendido:
En eso comienza su aventura imaginaria diciendo:
- A ver alfombra, llévame a la montaña más alta
para ver desde allí el paisaje.
Desde ese instante emprendió su alto vuelo y de donde
podía ver enormes árboles, pájaros en alto vuelo, sentir la brisa fresca y
respirar aire puro.
De pronto quedó maravillado con un lugar entre
las montañas y decidió bajar a descansar un rato, su mágica alfombra se
convirtió en una cómoda hamaca. Era tan suave que se quedó profundamente
dormido, se le hizo muy tarde para regresar a su casa. Salió corriendo para
irse de vuelta, dejando atrás su apreciada alfombra.
Caminó por largo rato y se sentía perdido y
desesperado, pues estaba en un gran bosque y no podía ver el camino de vuelta a
su casa.
De pronto recordó que había dejado olvidada su
alfombra y que esa era la única forma de regresar junto a su mamá, entonces se
devuelve a buscarla pero vio cómo pasó su alfombra volando y ni se detuvo a
recogerlo.
Aaron comienza a llamarla:
- ¡Oye alfombra aquí estoy, es que acaso no me
ves! ¡Sácame de aquí, tengo que llegar a casa!
Pero ésta no atendió y Aaron muy triste se
quedó, se sentía sólo y con mucha hambre. Se sentó en una piedra y comenzó a
recordar a su mamá y luego gritó:
- ¡Mamaaaá , aquí estoy ¡Mamaaaaá ven a
buscarme!
De pronto algo maravilloso sucedió, su alfombra
regresó y el viaje de vuelta emprendió.
Con mucha emoción una vez más, el paisaje
disfrutó y en los brazos de su madre de nuevo se encontró.
Autor: Paola
D´Santiago 6to. U
U. E. Instituto "Madre María"
/ Año Escolar 2016-2017
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